¿Si Phelps no corre se para el mundo?

Michael Phelps no va a nadar el campeonato nacional de pileta corta estadounidense que se disputa en Minnesota.

Los motivos que lo alejan de las piscinas no están especificados, pero no tienen por qué estarlo. Hicieron parecer en los medios que en este asunto existe una especie de inmoralidad por parte del deportista, cuando no tiene por qué ser tomado de tal manera. ¿Acaso el primer perjudicado no es el nadador si decide no participar del torneo o es que las empresas lo necesitan para tener más publicidad?

Actualmente hay una realidad: Michael Phelps es noticia. A TODOS sus dichos o acciones, tanto dentro o fuera del agua, le corresponden líneas y líneas de críticas y suspiros. Este personaje mediático, porque ya es tomado de esta manera, se lo condenó por drogadicto, se lo imputó de vago, se lo tomó como fiestero y ahora... ahora es mujeriego. Lo vinculan con una modelo norteamericana, porque seguro le habrá dado un par de besos, y eso implica que sea la mujer que le corrompe la cabeza y no le deja nadar o entrenar. ¡Vamos!

El Tiburón de Baltimore no se presentará en el Nacional y no corre desde el 2 de agosto en los Pan Pacific, pero quién puede reprocharle a Phelps si está cansado o desmotivado si cumplió con todas las metas que se propuso como nadador. Además de convertirse en un ejemplo deportivo a nivel mundial, claro.

Al ganar las 7 medallas doradas venció la barrera del ser humano normal, con justicia si, pero en vez de ser un ejemplo positivo fue convertido en un mero objeto de interés comercial.

A partir de un hecho descomunal, increíble, maravilloso, casi fantástico para su deporte, nuestro deporte, pasó a ser de otro planeta y poco menos que iba a encargarse de erradicar el hambre o traer la paz mundial. Muchachos: si quieren utilizar la destreza del pibe para SU bien personal que no sea tan alevoso.

La triste realidad marca que hace poco más de dos años hay una nueva estrella de la natación mundial al alcance de grandes corporaciones que manipulan su imagen a gusto.

Pablo Geraldi